Vivíamos en la gran ciudad y queríamos hacer algo con eso. Queríamos más que el ruido metálico del subterráneo y que las palabras despiadadas del empleador. Así que escribíamos poesía y hablábamos del tiempo, en el intento más desesperado que conocí por escapar de aquella miseria de tener al alcance todo y en nuestras manos nada.
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