Olvídese por un instante sobre la importancia de sus órganos vitales para el correcto desempeño de la vida diaria. Olvídese por completo. Prepare entonces ambas fosas nasales. Llene sus pulmones de aire y, una vez relajados sus alvéolos, cierre sus ojos.
Inhale todas sus derrotas. Procure que no quede ninguna sobre la mesa. La tranquilidad es un polvo de sabor amargo. Quizás lo haga toser un poco, cerrar los ojos. Olvídese de sus ojos. Verá cómo todo se torna plástico.
Elija alguna de sus canciones favoritas -esta parte es especialmente importante-. Manténgase cerca de la fuente de donde salgan los sonidos. Escuche con atención. Creerá que ya conoce la frase que sigue, y luego la olvidará. Note cómo el tiempo se deshace entre las cosas que usted pensaba que entendía a la perfección. Eso es la música. Un reloj de arena, eso es la música.
Puede que los segundos se transformen en meses. No entre en pánico. Respire de forma pausada si sus latidos se aceleran. Intente concentrarse en los detalles. Su peor enemigo es ahora quien le da la mano y lo arrastra a un paraíso artificial de nieve y anestesia. Abrácelo.
Repita hasta perder la noción de la ética y la moral.
Usted ahora ha dejado de ser humano.
En realidad, más que humano, eso sería dejar de ser hombre, para convertirse en humano, en Color Humano.
ResponderEliminarMuy bien escrito todo lo que blogueás.